Gustavo Jiménez, científico en la Fundación Charles Darwin de las Islas Galápagos , abre lo que parece ser el cajón de un mueble de archivo de oficina y saca un gran albatros disecado. Tiene el tamaño aproximado de un niño pequeño y es uno de los cientos de pájaros y animales disecados que forman parte de la colección de vertebrados de esta fundación.
En su oficina hay también una iguana disecada de la isla de Baltra, de 1,2 metros de largo, una criatura escamosa similar a un dragón que fue exitosamente salvada de la casi extinción en los años 30, pero que tiene la mala suerte de vivir en una de las dos islas que tienen aeropuerto . Una vez por mes, aproximadamente, Jiménez recibe uno de estos cadáveres de animales que fueron atropellados por un ómnibus o derribados por un avión.
Y luego están los pinzones, esos pájaros cantores que inspiraron a Charles Darwin para formular la teoría de la evolución . Fue el largo distinto de sus picos lo que lo llevó a la noción de que habían evolucionado diferente según su medio ambiente.
Hoy aparecen muertos en las rutas.
“Es que hay muchísima gente viviendo en las tierras altas –explica Jiménez–. Hay tantos autos... Resulta difícil calcular cuántos pinzones son atropellados por año, pero diría que por lo menos 10.000. Para ubicarlo en contexto, sólo quedan más de 100 pinzones de la clase que está más en peligro, el pinzón de manglar”.
Galápagos es un lugar único, en todos los sentidos.
Por su profundo aislamiento, en medio del océano Pacífico, por su biodiversidad única, por ser asiento de cientos de especies endémicas y por su medio ambiente virgen, impoluto. Pero si echamos un vistazo a Puerto Ayora, la ciudad principal de la isla de Santa Cruz, veremos que ya no es impoluto. Una película de aceite puede verse sobre el agua en donde amarrarán las embarcaciones que recibirán a los turistas recién llegados. El agua en tierra está contaminada y no hay sistemas de cloacas adecuados.
Lo que mucha gente no se da cuenta es que Galápagos, además de ser uno de los medio ambientes más frágiles de la Tierra, es también una de las economías de Sudamérica que crecen a mayor velocidad . Su ingreso per cápita es más alto que en cualquier otro punto de Ecuador. Cerca de 40.000 personas eligieron el lugar como su hogar, atraídos por el turismo. Pero con ellos se introdujeron en las islas cientos de especies nuevas, plantas invasoras y una infraestructura que no alcanza.
El problema con Galápagos es que está en crisis . En la Fundación Charles Darwin, Henri Herrera, entomólogo, muestra cajones con hormigas preservadas. Las hormigas son su campo de especialidad. Herrera recuerda que Darwin también las estudiaba. Y agrega que nuevas clases de hormigas llegan a Galápagos todo el tiempo, en los aviones, en los barcos o en las bolsas de los turistas.
“El problema es que los invertebrados son esenciales para el ecosistema. Si los destruimos, destruimos al ecosistema. Son la base de todo” advierte.
Las Galápagos fueron declaradas Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco en 1978. Pero en 2007 entraron en la lista de sitios protegidos en riesgo justamente por la invasión del turismo, la sobrepesca, la migración y la invasión de especies foráneas. Sin embargo, sólo tres años después la Unesco las retiró de la lista por considerar que ya no estaban en peligro, una decisión que trajo muchas polémicas.
El panorama actual parece confirmar los reparos que entonces mostraron varios expertos. Si uno pasa algún tiempo en Galápagos, enseguida se da cuenta de que las necesidades de hospedaje de los humanos y las de mantener intacto un medio ambiente virgen no son compatibles . “Es algo que ya no se puede sostener” asegura Felipe Cruz, director de Asistencia Técnica en la Fundación Charles Darwin. “Cada vez hay más.
Más vuelos, más hoteles, más autos.
La situación ya no tiene control. Hablamos de ecoturismo, pero en realidad hay crecientes señales de que lo que hay es un turismo masivo. La gente ya no viene aquí por la vida silvestre. Viene a pasar unas vacaciones”.
(De:Clarin)
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